ENTRENADOS EN LA PACIENCIA




Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo.
2 Tesalonicenses 3:5


Resulta increíble comprobar la paciencia que poseen los pescadores. Ellos preparan su aparejo con extremo cuidado. Tiene una etapa previa de preparación en la cual escojen las cañas, carretes, sedales, y carnadas apropiados. Estos pueden variar en dependencia del lugar dónde decidan ir a pescar. Luego que llegan al lugar elegido, comienza la segunda etapa que consiste en preparar todo su equipo de pesca y concluye con el lanzamiento de la carnada al agua. Es en este momento donde comienza la tercera y más difícil etapa. Ahora deben esperar con paciencia que un pez pique, como decimos en Cuba. Como todos no poseen la paciencia que requiere esta tercera etapa, no todos pueden pescar. Sin la paciencia adecuada las dos primeras etapas pueden fracasar. Si la persona que decidió ir de pesca no tiene esto en cuanta puede terminar desanimado y hasta tomar la decisión de nunca más ir de pesca. Sin embargo, si se prepara también para esta tercera etapa, teniendo en cuenta la espera, quizás disfrute de una de las emociones más grandes que experimenta un pescador: pescar.  Lo mismo sucede con nuestras oraciones. 


Dios no siempre responde tus oraciones con "Sí" o "No". A veces, la respuesta es "Espera". Cuán difícil resulta aceptar esta respuesta. Sobre todo cuando aún no te has percatado de si es un "no" o un "espera". Sin embargo, cuando ya nos damos cuenta de que Dios no nos ha dado una negativa a nuestra petición sino que solamente está demorando la respuesta, no logramos sentirnos conformes con ello tampoco. Nosotros estamos siempre apurados y más en este tiempo, en que casi todo lo podemos resolver con un clic y en segundos o incluso, en fracciones de segundos. Esperar no es una opción aceptable para nosotros hoy. ¿Qué hacemos entonces? Creo que sería bueno hacer una diferencia dependiendo de quién nos pide esperar. Se trata de Dios. El ser que más nos ama, el que  más nos conoce, incluso más que nosotros mismos. El que conoce nuestro pasado, presente y futuro. El que además tiene un control soberano de las circunstancias y de los tiempos. Creo que son suficientes razones para ejercitarnos en la paciencia. Esperar cuando es Dios quien lo ordena es ganancia total.


Es bueno aprender a ser pacientes cuando las cosas no salen como queremos.
También debemos entender que Dios cada día quiere que sus hijos crezcan. Cada suceso de nuestras vidas puede ser usado como oportunidad de crecimiento y aprendizaje. Por eso nos aconseja en Lucas 21 "Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas".
Aprendamos entonces a orar pero también, aprendamos a lidiar con la respuesta: "espera". Dejemos que el Señor encamine nuestros pasos al amor de Dios y a la paciencia de Cristo. Bendiciones mil.

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