CUANDO LOS VIENTOS NOS SON CONTRARIOS.
¿Qué hacer cuando los vientos nos son contrarios?
“En seguida Jesús hizo a sus
discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto
que él despedía a la multitud…Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada
por las olas; porque el viento era contrario”. Mateo 14:22,24
A veces pensamos que
vamos a escapar de las tormentas y
dificultades porque caminamos hacia donde Cristo nos ha mandado. La verdad es
que no siempre sucede así. Estos discípulos iban hacia la otra rivera, que por el
evangelio de Marcos sabemos que era Betsaida, porque Cristo se lo había
mandado. No obstante a que estaban obedeciendo su mandato se encontraron con
una terrible tormenta porque los vientos “les
eran contrarios”. En esos momentos nuestra mente se llena de dudas e
interrogantes que roban por completo nuestra fe. ¿Por qué tarda Cristo? ¿Por
qué si me envió y estoy haciendo su voluntad tengo tantos tropiezos?.
En una ocasión,
recuerdo que estaba bastante disgustada con Dios porque tenía la certeza de que
el proyecto en el que estaba inmersa se encontraba dentro de su voluntad pero
no salía de un tropiezo para entrar en otro. Por eso, con una buena porción de
disgusto, fui a la oración. En mi conversación con mi Amado le pregunté por qué
no me ayudaba en la batalla que estaba librando. Es más, ¿por qué tenía que
estar librando una batalla si estaba obedeciendo su mandato?
No puedo reproducirles
textualmente la manera amante y paciente en la que mi Señor calmó mi corazón
desesperado. Pero, fue tan grande la calma que recibí que terminé escribiendo
una canción para él en la que le expresé esta idea: “No sé por qué tengo que tener tantos obstáculos si te quiero servir,
pero yo creo en tus promesas, tú no me fallarás y al final se que obtendré la
victoria. Yo creo en ti y sé que me has llamado y que estás conmigo”. No recibí
respuesta a mi oración pero mi corazón fue fortalecido y mi fe aumentada para
seguir con el proyecto a pesar de los obstáculos.
En el evangelio de
Marcos dice:
Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar.
Cuando Él ve que los vientos nos son contrarios, cuando ve que estamos
remando con gran fatiga, viene hacia nosotros. Siempre viene hacia nosotros.
Pero,
si Cristo tarda en venir en tu auxilio cuando pasas por adversidades, es solamente para que tu fe
pueda ser probada y fortalecida, para que tus oraciones sean más intensas, tus
deseos por Su intervención divina se aumenten. De esa manera, cuando seas al
fin librado, puedas apreciarlo adecuadamente y eleves al cielo un canto de
victoria.
Cristo inmediatamente
les envió un contundente mensaje, el mensaje que necesitaban escuchar sus
asustados discípulos: “Tengan ánimo. Yo
soy. No teman. ” E inmediatamente que subió a la barca la tempestad se
calmó.
Sé que es más fácil confiar
cuando el sol brilla que cuando estamos amenazados por la tormenta. Como decía
una canción que cantaba mi cuñado hace mucho tiempo: “Es muy fácil decir Señor cuando todo nos va muy bien; cuando brilla la
luz del sol en cada amanecer”. Pero, aunque no sea fácil confiar, debemos
confiar. Aunque nos cueste creer, debemos que creer. Nunca sabemos cuánta fe
verdadera tenemos hasta que se pone a prueba en una gran tormenta; y esta es la
razón por la que tu Salvador está a bordo. Si alguna vez llegas a ser fuerte en
el Señor y en el poder de Su fuerza, como nos aconseja Efesios 6:10, tu vigor
nacerá como resultado de alguna gran tempestad. Puedes estar seguro de ello.
Recuerda, dile a los
vientos y a la tormenta que te quieren hacer creer que te vas a hundir, que quien
maneja tu barca es Cristo. No llames a Cristo porque el está a tu lado. Sólo
siente su presencia, disfruta su compañía constante y fortalece tu fe para la
siguiente tormenta.
Bendiciones mil.
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